08/10/2018

Se presentó un estudio sobre pérdidas en Girasol, Maíz, Soja y Trigo

La Secretaría de Gobierno de Agroindustria organizó en conjunto con la Fundación Cargill y Solidagro un Workshop para presentar los resultados de la investigación realizada acerca de la pérdida de alimentos en las cadenas de girasol, soja, maíz y trigo. Es el primer paso de una tarea de largo aliento dirigida a terminar con el problema.

El Programa Nacional de Reducción de Pérdida y Desperdicio de Alimentos cuenta con tres ejes de trabajo que han sido acordados a nivel regional: a) gobernanza y alianzas; b) investigación, tecnología y conocimiento, y c) comunicación.

Dentro de las acciones correspondientes al eje investigación, el jueves 27 de septiembre, se realizó de manera conjunta con la Fundación Cargill y Solidagro un Workshop para presentar la investigación, liderada por este último, sobre “Pérdidas de Alimentos en las Cadenas de Cereales y Oleaginosas”. El evento contó con la participación de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios. (COPAL), de la Asociación Argentina de Trigo (Argen-Trigo), la Red Banco de Alimentos, la Universidad de Buenos Aires y la Secretaría de Gobierno de Agroindustria.

El estudio estima que las pérdidas ascienden a 8 millones de toneladas de alimentos.  Pese a que se trata de pérdidas difusas y que en parte aportan a la nutrición de los suelos, en función de la superficie cultivada y el volumen obtenido, estadísticamente estarían representando entre el 5 y el 10% de la producción según el cultivo. 

La investigación se realizó durante las campañas 2016-2017, utilizó la Metodología de evaluación de cadenas agroalimentarias para la identificación de problemas y proyectos (MECA), desarrollada en Costa Rica y aplicada en Latinoamérica. Tomó como material de análisis toda la cadena de producción primaria del girasol, el maíz, la soja y el trigo en Argentina, tanto la destinada a la alimentación humana, como al engorde de ganado a través de balanceados o mezclas, y no se consideró alimento al destinado para usos tales como investigación, biomasa, o biocombustibles.

Sólo se mencionan las pérdidas porque se excluyen del estudio las mediciones relacionadas con las fases de elaboración, comercialización y consumo de los alimentos, tramo que representa la categoría de desperdicio.

Cabe señalar que el estudio también consideró una lectura de tipo eco-biológica a los datos obtenidos, dejando de lado la consideración meramente económica, y teniendo en cuenta conceptos tomados de la biología.

Dentro del Programa Nacional de Reducción de Pérdida y Desperdicio de Alimentos, esta investigación es el paso inicial de una tarea multisectorial de largo aliento que posibilitará obtener los resultados a nivel país para cumplir la Meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por las Naciones Unidas, que implica, textualmente, “De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores, y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha”.