Transcripci�n de las memorias escritas por el Sr. Haralt Morstetun, pionero en el siglo XIX. |
Introducci�n: El desarrollo de la industria lechera puede ser dividido en cinco per�odos:
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En la exposici�n de la Sociedad Rural Argentina en Palermo, en el a�o 1886 fue exhibida por primero vez en el pa�s una desnatadora de leche que llevaba el nombre de su inventor el ingeniero sueco De Laval (1877). El invento era relativamente nuevo y si compar�semos aquella m�quina entonces exhibida, la Alfa Laval, encontrar�amos la misma diferencia que hay entre los primeros y actuales autom�viles. El introductor de la desnatadora "De Laval" fue el se�or Erik A. Adde, agente general de fabricantes de Suecia y fundador de la casa Goldkulll y Brostrom, actualmente S.A. "Alfa Laval". El se�or Adde fue un gran animador, pues muy pronto advirti� el gran futuro que tendr�a en nuestro pa�s la explotaci�n lechera con sus millones de vacas y tierras aptas, y nunca perd�a una ocasi�n de hablar de ella a los hacendados para interesar�as. Gracias a su ayuda, fue posible, a muchos de primeros fabricantes instalar sus f�bricas. Poniendo su propio inter�s en segundo lugar, aunque no le abundaba el capital, no vacil� en proveer a los principiantes con maquinaria a su valor de costo y pagar en largos plazos con el resultado de las explotaciones. Entre los que as� fueron financiados en aquella �poca pueden mencionarse: "La Escandinava", Andr�s G. Elowroson y Lahore S. Svenson y otros. El gran estanciero, a quien el se�or Adde trataba de interesar en primer lugar por la industria, facilitada por el invento de la desnatadora de leche, no es el que puede enorgullecerse de haber sido el primero en proporcionar la base principal de la industria, o sea, la materia prima. Este honor corresponde al humilde lechero de la capital, a ese simp�tico vasco que con su caballo, con unos cuantos tarros con leche en las alforjas, ven�a a surtir a la ciudad con el preciado l�quido. A estos hombres de hierro no les asustaba la distancia; se ven�an al trotecito desde 5 o 6 leguas. Para llegar a la capital en las primeras horas de la ma�ana, ten�an que largarse de sus casa a la 1 o 2 de la madrugada, para luego volver al anochecer. Esto ocurr�a todos los d�as del a�o para ellos no hab�a descanso ni d�as feriados. A estos robustos y alegres lecheros que una vez concluido su reparto de leche se reun�an en las grandes fondas de Plaza Once y Constituci�n a cantar y beber y jugar a al pelota, debe la industria su primera y principal existencia. A centavos juntaban sus peque�os capitales destinados a ser luego invertidos en vacas. De distribuidores de la leche, se hicieron tamberos y peque�os hacendados, en el a�o 1889, cuando comenzamos con nuestras f�bricas de manteca, fueron ellos los que las abastec�an con leche. Estos primeros tamberos, casi sin excepci�n, hab�an sido lecheros de la capital y pueblos linderos. Ello era evidente por los nombres que llevaban desde el tiempo en que eran lecheros, nombres que s en general no eran muy delicados, eran tanto m�s expresivos y ten�an alg�n origen o caracter�stica que interpretaban bien. Entre ellos pocas veces usaban su verdadero nombre, y aunque muchos fueron despu�s grandes y ricos hacendados, segu�an usando su viejo sobrenombre. El tambero antes de que pudiera vender su leche a las f�bricas, se dedicaba por lo com�n a la fabricaci�n de queso, queso del pa�s como se llamaba, que era en general de poca calidad. Tambi�n hac�an algo de manteca, para lo que pon�an la leche en grandes tachos de lat�n, en bardalesas o cualquier cosa que les ven�a a mano -limpieza era secundaria-, despu�s la crema era extra�da con grandes espumaderas y guardada durante varios d�as. La leche descremada la usaban luego para la elaboraci�n de los quesos. Una vez que la crema estaba bien fermentada y agria consideraban llegado el momento de echarla en la mantequera. La manteca as� obtenido era de una calidad desastrosa; la mayor parte era consumida por las confiter�as para la elaboraci�n de masas. La manteca de preferencia para la mesa en esos tiempos era la del lechero repartidor, que con su tarrito descremaba la leche que luego vend�a. Un tarro de alforja era para la crema, que, batida a trote de caballo, se convert�a en una especie de manteca cremosa y blanda, Para entregarla al cliente el repartidor met�a su mano sucia dentro del tarro y sacaba la manteca chorreando suero, la pon�a en un lienzo que golpeaba un poco, m�s para darle forma de rollo que para sacarle el suero, y luego secaba sus manos en la cola del caballo Todo listo!, el lechero y cliente contentos. A muchos les parecer� exagerada esta descripci�n, sin embargo lo he visto ciento de veces con mis propios ojos. Pero lo m�s extra�o de todo, es que nos cost� mucho desalojar esta manteca del mercado. Muchas personas la consideraban la �nica manteca pura; la manteca de f�brica no lo era porque no chorreaba leche o suero, como sol�an decir. |
Este per�odo fue como ya se ha dicho el verdadero preliminar de la gran industria lechera. En los a�os 1890 y 1891 se instalaron las primeras f�bricas a vapor para elaboraci�n de manteca. La primera f�brica fue instalada en 1899 por el se�or Francisco Serantes en su estancia "El Chalet" en estaci�n Jeppener, F.C.S., en forma muy primitiva: tuvo poca vida y hubo de cerrarse al empezar a trabajar la de la C�a. "La Escandinavia" en la misma localidad. El se�or Servantes edific� e instal� en su estancia de estaci�n Pir�n, F.C.S., otra f�brica que no funcion�, pues dev�o depender de leche de producci�n propia y fracas� por el poco inter�s del criollo y la peonada de estancia en el trabajo de orde�ar. Este factor fue en general, el que imposibilit� el establecimiento al estanciero dedicarse a la explotaci�n lechera. Las primeras f�bricas, que llamaremos comerciales, fueron instaladas en los a�os 1890 y 1891 y eran las siguientes:
Luego se fueron instalando otras f�bricas como ser:
El fabricante de las grandes empresas actuales dif�cilmente puede darse una idea del trabajo y las dificultades que para nosotros hubo en los comienzos; la mayor dificultad que tuvimos que soportar y vencer fue la de acostumbrar al tambero a observar un poco de higiene o limpieza con la leche, problema que aun hoy subsiste. Luego, introducir la forma de pago de acuerdo al porcentaje de grasa contenido en la leche, y la dificultad de hacer buena manteca sin instalaciones frigor�ficas o hielo; asimismo la de acostumbrar al p�blico a la manteca de f�brica y los cientos de otros inconvenientes que siempre existen al implantar una nueva industria. Como socio de la f�brica "La Escandinavia' que creo puede decirse, desde un principio torn� la direcci�n del desarrollo de la industria, posici�n que conserv� hasta que fue vendida en 1901 a "la Uni�n Argentina Ltda.", he intervenido directamente en todas sus diferentes etapas y al hacer la historia de "La Escandinavia" hago pr�cticamente la de todo la industria hasta 1901. Tambi�n 'La Martona" fue un factor preponderante en la industria no como f�brica de manteca, sino como expendedora de leche en la Capital. A ella, o sea a su fundador y propietario don Vicente L. Casares corresponde el gran honor de haber dado a la poblaci�n de Buenos Aires una leche pura e higi�nica y, en tal sentido, tiene este caballero derecho al t�tulo de principal y gran pionero de la industria en la Rep�blica Argentina. La primero instalaci�n (1890) fue considerada provisional, puesto que en esa �poca ya ten�amos la noci�n de que para conseguir mayor elaboraci�n no se pod�a depender de la producci�n de un solo punto; deb�amos instalar una f�brica central, surtido con crema de estaciones de desnate, ubicadas en zonas de leche. La primera f�brica en Jeppener fue as� m�s o menos una estaci�n de desnate o cremer�a como hoy se las llama, para luego instalar en un punto m�s conveniente la f�brica central. Agregarnos a la mencionada instalaci�n una mantequera y amasadera, para luego por falta de capital, se puede decir antes de trabajar, hacer una instalaci�n definitiva de mantequer�a. Nuestra f�brica y la de G�ndara compet�an en cantidad de manteca, con una producci�n de 250 a 300 kilos diarios, pero al a�o �bamos a la cabeza con el aumento que nos proporcion� nuestra primera cremer�a llamado 'La Felicidad". Tengo que dedicar algunas l�neas a esta cremer�a, desde que fue instalada y que funcion� en el pa�s. La realizaci�n de este nuevo ideal pudo lograrse con algunas maquinarias que quedaron de la instalaci�n de la f�brica de Jeppener y gracias al se�or Adde que facilit� las que faltaban. As� naci� la primera cremer�a a vapor de los tantos cientos que exist�an en el pa�s. Estaba ubicada a 3 leguas al oeste de Jeppener en el campo del se�or Olivares. Comenz� a trabajar con unos mil tarros de leche y lleg� hasta los 4.000 diarios. Su nombre "La Felicidad" fue puesto en homenaje de una linda criolla que viv�a en el lugar. Ahora respecto de los dificultades e inconvenientes con los cuales tuvimos que luchar, que fueron muchos, empezar� con la compra de leche. Como ya he mencionado, el tambero, en general, se dedicaba a la fabricaci�n de queso , as� el precio de �ste era la base para la compra de la leche. Pero competir con el queso no era f�cil; el queso era c�modamente absorbido por el mercado consumidor, y su valor era realmente alta, sostenido y dif�cil de igualar con la utilidad conseguido con la manteca. As� para la mejor�a de precios no llev�bamos ventaja, pero hab�a otros factores que nos favorec�an: el pago efectivo de la leche cada 15 d�as, muy principal desde que el queso reci�n se pod�a vender a los 5 o 6 meses cuando estaba en condici�n de mandar a plaza, y tambi�n la falta de comodidad en los tambos para hacer el queso, y de conocimientos para elaborar un buen producto. La calidad de la leche que se recib�a estaba lejos de ser buena. En primer lugar, en el mismo tambo o corral donde se orde�aba no se hac�a cuidado alguno; los coladores eran cosa completamente desconocida; se pod�an observar en la leche pelos y todo clase de suciedades. Esto se disimulaba porque una parte era eliminada al desnatar; pero lo que era peor, los envases para transportar la leche eran tarros viejos oxidados, comprados a lecheros de la capital, remendados con jab�n o barro, y tambi�n bordolesas, latas de kerosene, etc�tera. La leche se pagaba por tarro de catorce litros; pero hab�a de todas los medidas. Despu�s de mucho trabajo conseguimos adoptar el tanque medidor, pero como deb�a tener cierta inclinaci�n para vaciar la leche y el vidrio medidor estaba en el extremo m�s elevado, era motivo de desconfianzas, y los tamberos alegaban que se les robaba en la medida. No quer�an entender que la leche tomaba su nivel; controlaban ellos mismos de cuando en cuando sus entregas, pero siempre sosten�an que el vidrio marcador deber�a estar en el extremo de� declive donde, dec�an, hab�a mayor cantidad de leche. Con respecto al pago de la leche de acuerdo a su contenido de grasa butirom�trica, se tropez�, como es natural, como es natural, con una oposici�n muy grande. Muchos dejaban de entregar leche y volv�an a la elaboraci�n de queso. Recuerdo que uno de nuestros entregadores m�s fuertes de Jeppener, que luego fue uno de los pilares principales del sistema cooperativo, hombre inteligente, pero, como buen vasco nunca quiso ni consider� justo este sistema, aunque supongo que una vez director de una importante Sociedad Cooperativo, habr� cambiado de idea. La fabricaci�n de manteca en verano fue un problema: compr�bamos algo de hielo, pero resultaba demasiado caro; adem�s llegaba medio derretida. Para reducir la temperatura de la crema, para la elaboraci�n de manteca, ten�amos grandes pozos bajo techo con unos 75 cm. de agua; baj�bamos la crema en tarros cil�ndricos de unos 30 a 50 jarros, sujetos en sogas, y all� quedaban toda la noche, con lo que consegu�amos rebajar la temperatura de la crema a unos 14 o 15 �C. Si durante la noche el tiempo refrescaba y la temperatura de� exterior era menor que la de� agua de los pozos, deb�amos levantarnos para subir la crema. Hab�a que estar alerta para ver si conven�a subir la crema y despertar al personal. Los d�as que ten�amos hielo y nos hab�a favorecido en algo la temperatura, era un placer hacer manteca, quedaba amasada y lista en el mismo d�a, y era de muy buena calidad. Cuando nos faltaba el poco hielo que compr�bamos y en los pozos no ten�amos una temperatura favorable, lo que era com�n en verano, nadie puede imaginar el trabajo que ten�amos; hab�a que batir la crema hasta tres veces, las mantequeras funcionaban durante horas, y lo que sal�a parec�a m�s aceite grueso que manteca. Amasarla era imposible; la ech�bamos as� nom�s en unos tachos grandes de forma ovalada de 70 a 80 kilos de peso y la baj�bamos a los pozos para refrescar y, en la madrugada, ya algo endurecido, amasarla y encajonarla para remitir a Buenos Aires. Todos estas operaciones deb�an estar listas para alcanzar el tren que pasaba por Jeppener a los 6.30 de la ma�ana. Los enormes pozos que ten�amos rned�an unos 10 metros de largo por 1,50 metros de ancho y 5 metros de hondo, con unos 70 a 80 cent�metros de agua. Muy a menudo hab�a que bordearlos para renovar el agua descompuesto y de mal olor, por la crema que se volcaba al bajar los forros, etc. Un hombre a caballo con un gran balde hac�a este trabajo. Se raspaban los paredes y se dejaba lo m�s limpio posible, pero hab�a que repetir con mucho frecuencia este trabajo. Los cajones para el transporte de la manteca eran famosos. Se ve�an amontonados en las estaciones, al rayo de� sol, expuestos a la lluvia y cubiertos de polvo y suciedades. Eran para nosotros un problema: siempre estaban rotos o deshechos; por el trato que se les daba en el viaje y aunque hubiesen sido de hierro no hubieran aguantado. Los hab�amos reforzado con chapa gruesa, zunchos, etc�tera, que pesaban tanto como la manteca que conten�an, pero era in�til. En el caj�n, la manteca iba envuelta en un lienzo blanco; malditos trapos sucios con mal olor. El comprador nunca los limpiaba, es de imaginar c�mo se pon�an cuando la manteca estaba algo blanda. Hab�a que hervirlos con soda y no duraban muchos viajes. El lienzo blanco era un gasto de bastante importancia. La tara de los cajones era un asunto muy enojoso y motivo de grandes discusiones entre vendedor y comprador, y no hay duda de que en un par de kilos siempre quedaba en beneficio de est� �nico. El pobre fabricante ten�a que resignarse y aguantar todo; pero el tambero alegaba que al fin y al cabo �l era la v�ctima, y quien sabe si no ten�a raz�n. La compra de leche y la elaboraci�n fue dif�cil y trabajosa, pero la venta de la manteca en los primeros cuatro a�os, probablemente fue la m�s pesado tarea hasta que empez� la exportaci�n. Tratar� de dar una idea de lo que era la plazo de Buenos Aires. En 1890 y 1892 con tantas f�bricas de manteca, sobrevino, corno es natural, una sobreproducci�n de manteca. En el invierno su colocaci�n era f�cil, pero en primavera y verano era francamente un problema. la diferencia de producci�n entre estas estaciones era considerable, puedo calcular la de invierno en una cuarto parte de la de primavera y verano. Esta gran diferencia proven�a de la mala organizaci�n en los pariciones de las vacas, que no estaba repartida para obtener una producci�n de leche m�s parejo. La firma m�s importante de plaza en el ramo de manteca y queso era de los Sres. Magnasco Hnos., le segu�a el Sr. Andr�s Marr�, Jos� Botazzi y otros, todos italianos. "La Martona" compraba �nicamente lo necesario para su propio reparto. Corno ya he dicho, la firma Magnasco Hnos. era muy importante y fue para nosotros, los fabricantes iniciadores, de escasos capitales, una especie de banquero. Su socio principal, don Luis, era un verdadero amigo para todos nosotros; siempre estaba dispuesto para ayudarnos con adelantos o peque�os pr�stamos en efectivo que tan a menudo se necesitaban. Le est�bamos muy agradecidos, y su prestigio, que era muy grande, lo ha heredado su sobrino, don Luis A. Magnasco, hombre que transform� la vieja casa mantequera y queser�a en una empresa industrial y comercial, Luis Magnasco y Cia.Ltdo. y que en aquellos tiempos (1890) era la mano derecha de su t�o. Seg�n ya hemos se�alado, la venta de manteca era dif�cil, la costumbre general entre los compradores era de no recibir manteca de� fabricante que no entregaba en el invierno. En tiempos de abundancia, verano, se fijaba precio por una cierta cantidad por quincena que depend�a de� buen criterio y voluntad del comprador. A la manteca sobrante se aplicaba en general el precio llamado 'Bagley", cuando el vendedor alegaba que no hab�a podido venderlo a su clientela y, por consiguiente, no pod�a pagarla al precio fijado para la otra. La f�brica de galletitas "Bagley" era el �ltimo recurso; compraba cualquier cantidad de manteca y la mayor parte de los sobrantes de los industriales. La venta de manteca al menudeo se hac�a m�s o menos al tanteo; con un cuchillo no muy limpio, que reci�n hab�a usado para cortar queso o jam�n, la manteca era cortado y aplicada sobre un papel; su aspecto era pasable cuando estaba dura; pero cuando estaba blando quedaba adherido al papel y no era muy apetitosa que digamos. Tambi�n se usaba lienzo blanco; pero para cantidades de kilo arriba. La venta de manteca en paquetes con papel impermeable fue iniciada por un joven sueco, se�or Carlos Erikson, quien en 1890 empez� con un peque�o reparto a domicilio."La Martona" lo adopto de inmediato, como tambi�n 'La Escandinavia", que abri� un reparto, pero lo dej� luego por dedicarse �nicamente a la venta por mayor. Con la entrada de "La Martona" a la plaza, con sus modernas instalaciones para la venta de manteca y leche, comenz� una nueva era con un cambio radical en el despacho y venta de estos productos. Fue, se puede decir, la empresa civilizadora e higienizadora de los productos lecheros para la venta; el p�blico de Buenos Aires debe gratitud a su fundador. Antes de terminar los comentarios relativos a este per�odo, no puedo dejar de mencionar un rengl�n interesante de aquella �poca: el 'queso flaco", o sea queso de leche desnatada: desde 1891 a 1894, fueron su a�os de gloria. Al principio, antes que el p�blico se diese cuento de su p�sima calidad. |
Con la exportaci�n de manteca que se inici� el a�o 1895, tuvo la industria lechera su verdadero impulso. A la 'Escandinovia Argentina" de Jeppener le cupo el honor de ser la primera f�brica exportadora de manteca. Las primera partidas de ensayo fueron muy peque�os; recuerdo que el primer saldo recibido de Londres (1893), fue 2 libras esterlinas; hicimos de ellos tres medallas, una para cada socio. En el a�o 1895 instal� La Escandinavia Argentina en Jeppener la primera m�quina frigor�fica en una f�brica de manteca del pa�s; fue comprada en la casa de los se�ores Evans Thorton y C�a.S.A. y tenia una capacidad equivalente a dos toneladas de hielo cada 24 horas. Constituy� una gran satisfacci�n para nosotros, e instalamos dos c�maras para dep�sito de manteca y tres tanques con ca�er�a serpentina para salmuera destinados a refrescar crema. Con esta instalaci�n est�bamos en condiciones de hacer manteca de exportaci�n con la seguridad de hacer un buen producto. Nuestra f�brica ya contaba con crema de las siguientes cremer�as: "La Felicidad" de Jeppener, Affamirano, G�ndara, Monasterio, Adela y Ranchos, todos en la l�nea del F.C. Sud. Vista la posibilidad de exportar el producto, y a fin de ampliar nuestra actividad, nos asociamos con el se�or Jorge Guerrero, quien tenia instalado, como ya mencionamos (1894), una f�brica en su estancia 'La Postrero", en estaci�n Guerrero, F.C.S., con una producci�n de m�s o menos 100 kilos diarios. Despu�s del �xito obtenido con los exportaciones en el a�o 1895, unos 3.000 cajones, comprendimos claramente que para adelantar y ganar dinero hab�a que elaborar cantidades mayores de manteca, desde que la ganancia por kilo siempre ser�a peque�a, y puesto que hab�a que pagar la leche a un precio que compensara el trabajo del productor, para conseguir este aumento no pod�amos depender de la leche que se pudiese conseguir de una sola l�nea ferroviaria, o sea la del F.C. Sud, sobre la cual estaba situada nuestra f�brica central. Se impon�a, pues, trasladar la central a la Capital, donde se pod�an abarcar todos las l�neas de ferrocarriles, y adem�s nos facilitar�a el trabajo la proximidad del puerto para la manteca a exportar. Una f�brica central bien instalada demandaba mucho dinero. No lo ten�amos y no hablo esperanza alguno de conseguirlo en el pa�s. Resolvimos entonces consultar a nuestros consignatorios en Londres, los se�ores Ellis, Kislingbury y Co., Sant Mory axe 14, los que, con gran sorpresa y satisfacci�n nuestra, contestaron que les interesaba la proposici�n. No nos dormimos sobre el asunto y en enero de 1896 me embarqu� para Londres a fin de negociar terminar la operaci�n. En Londres fui muy bien recibido; la manteca exportada el a�o 1895 habla sido Considerado de muy bueno calidad y muy aceptable, lo que ayud� a despertar el inter�s. El se�or R. A. Mac Cailum, socio de la firma y que atend�a en Tooley Sireef la venta de manteca, hombre inteligente y progresista, se daba clara cuenta del gran futuro que ten�a la industria lechera en la Argentina y la gran ventaja que pod�a obtener la firma al asociarse �ntimamente con ella. De este modo, los negociaciones prosperaron y al mes pude volver a la Argentina con el tan deseado capital. Creo poder decir que logr� realizar un arreglo muy favorable; pagaron como derecho de entrada, o sea como llave, la suma de $ 80.000 y aportaron un capital de socio de $ 120.000, naturalmente con el compromiso de consignar todo la manteca a ellos; pero con una comisi�n algo elevada. Con este dinero a nuestra disposici�n ya pod�amos realizar nuestros proyectos de la f�brica central en Buenos Aries y, en 1897, ya ten�amos lista la primera f�brica central de manteca de la Capital y del pa�s, abastecida por numerosas cremer�as. Estaba ubicada en Barracas, calle Herrera 1312.Adem�s se instalaron nuevas cremer�as; tres en estaci�n Las Heras, una en estaci�n Arditi etc�tera, con lo que cont�bamos ya con una producci�n de 2.500 a 3.000 kilos de manteca diarios en tiempo de verano. Pero como todo no son flores en la vida, y cuando m�s satisfechos est�bamos con nuestro progreso y con m�s fe en el porvenir; nos dedic�bamos con entusiasmo a nuestro trabajo, sobrevinieron inesperadamente dificultades que nos obligaron a vender nuestra parte de la compa��a a la cosa de Londres. En consecuencia, tanto los socios suecos como los argentinos, dejaron de tener cabal en la empresa. De este modo la C�a.'La Escandinavia Argentina Ltda" fue la primera compa��a de cabal netamente ingl�s que hubo en el pa�s. No tomo en cuento que en 1888 poco m�s o menos, se form� tambi�n la compa��a inglesa, llamado de River Plate Dairy Co. que se dedicaba en la Capital a la venta de leche que adquir�a de tamberos, y que empez� una instalaci�n de f�brica en la estaci�n Alegre del F.C. Sud, pero que no termin� de instalar por haberse liquidado la Compa��a. Un recuerdo de su paso fue un gran n�mero de tarros de forma cil�ndrica, para transporte de leche, del tipo ingl�s, que se hallaban repartidos entre los tamberos y que muchas veces fueron vistos en las f�bricas. El se�or R. A. Mac Collum, que hab�a venido a Buenos Aires, form� sociedad an�nima de la viejo "Escandinavia Argentina" con un capital de 30.000 libras, m�s 10.000 libras en debentures, trabajando as� hasta 1901 en que fue vendido a "La Uni�n Argentina Ltda.", empresa cooperativa (liquidada en 1934). Como ya he dicho, concluido el a�o 1897 la f�brica central en la calle Herrera, y aumentando el cabal, empez� a extender m�s sus operaciones, y al fin del a�o 1898, pudo realizar, casi puedo decir un ideal m�o, o sea arrendar campos en gran escala y subarrendarlos luego a tamberos, asegurando as� la entrega de leche a las cremer�as y tambi�n procurando al mismo tiempo buen campo a precio razonable para el tambero. Este procedimiento se impon�a, puesto que como casi la totalidad de los tamberos eran arrendatarios, se mudaban de un lado al otro dejando las cremer�as sin leche con el consiguiente trastorno y gastos para mudarlas. Conserv� mi puesto en esa f�brica como gerente hasta su liquidaci�n (1908).Seguir� tratando sobre su desarrollo puesto que fue la m�s grande en el ramo y el factor principal en el desarrollo de la industria de aquellos tiempos. El primer campo grande que en su totalidad fue dedicado a tambo, fue la estancia "Santo Rita', de 13.163 hect�reas, con dos estaciones en el mismo campo, Carboni y Elvira, de F.C.S. No poco trabajo me cost� convencer al directorio de Londres para entrar en esta combinaci�n. La negociaci�n tom� casi un a�o y medio, y dos viajes a Londres. Cansado el due�o del campo, se�or Antonio Carboni, de esperar una contestaci�n definitiva, me ofreci� arrend�rmelo particularmente. Volv�a a someter el asunto a Londres, d�ndole la preferencia y s�lo entonces se resolvieron y autorizaron el arrendamiento del campo. El contrato ten�a un plazo de 10 a�os y unos m�s paras su desalojo. Su precio era de una libra esterlina por cuadra o su equivalente en oro argentino. Una vez vencido el arrendamiento, fue alquilado a The River Plate Dairy Co. Ltd., por m�s que el doble de este precio. Este campo, que como ya he dicho fue el primer arrendado por una compa��a lechera, dio un espl�ndido resultado; se sigui� adoptando el sistema en gran escala, habiendo tambi�n algunas compa��as poblado grandes extensiones con hacienda lechera propia. En el campo de Carboni se instalaron dos cremer�as, las cuales llegaron a trabajar 10 mil jarros de leche diarios cada una; los tamberos prosperaron y se puede decir que todos los arrendatarios eran ya hombres ricos al entregar el campo. Podr�a nombrarlos uno por uno, y causar�a sorpresa saber el capital que hab�an podido formar durante esos 11 a�os sin p�rdidas en mudanzas, etc�tera. Terminada la actuaci�n de la C�a. La Escandinavia Argentina Ltda., pas� esta �ltima a ser la de mayor importancia por unos cinco a�os, pero despu�s The River Plate Dairy Co. Ltda. ocup� el primer lugar y la firma Elowson y Wester Lid. el segundo; esto es con respecto a la producci�n de manteca. El a�o 1899 entr� en contacto con la Jewis Colonization Association del Bar�n Hirsh de Par�s; sus colonias comenzaban a tomar un poco de forma, y fui invitado a poner una cremer�a en la colonia 'Mauricio' de estaci�n Carlos Casares, F.C.O., donde instal� por cuenta de la C�a.Escandinavia Argentina Ltda. la primera cremer�a en esta colonia. Luego, pro cuenta de la referida Asociaci�n, instal� las siguientes cremer�as: Colonia Moissesville en Santa Fe, colonias Dom�nguez, Feinberg y Basavilbaso, en Entre R�os. El trabajo que cost� organizar estas cremer�as e iniciar al colono hebreo como productor de leche, fue considerable; hubo muchos incidentes y trastornos que a no ser por la buena y calmosa intervenci�n de los directores en Buenos Aires, el negocio hubiera fracasado desde un principio, lo que hubiera sido mejor, puesto que no dej� beneficio para ninguna de los partes. Es de sentir, sin embargo, que los resultados no fueron mejores a pesar de la gran ayuda que precio la Asociaci�n a sus colonos. En la provincia de Entre R�os, por ejemplo, compraron unas 2.000 vacas que fueron repartidos entre los colonos a muy bajo precio para amortizar c�modamente, les dieron semilla de alfalfa gratuitamente, adem�s pagaban indirectamente, y por nuestro intermedio, un centavo por �aro de leche, tanto como para animarlos; en fin, la Asociaci�n no mezquinaba en nada; hasta pagaba el transporte de la leche desde las chacras a la f�brica, el que hac�amos nosotros con grandes carros y tarros de su propiedad. Al mismo tiempo que se instalaron los crerner�as de la Jewish Colonization Association, se levantaron otras dos en la provincia de Entre R�os; una de ellas, la primera, en una estancia de esta provincia, la estancia "Cupaleri", de los se�ores Pradere Hnos. Su inteligente administrador, el Dr. Mat�as Erauquin, era un gran entusiasta por la industria. El general Luis Mor�a Campos tambi�n tuvo inter�s por la industria, e invitado a su estancia tratamos sobre la instalaci�n de una f�brica; pero el proyecto no pudo llegar a realizarse. La otra cremer�a que mencion� m�s arriba fue instalada en Gualeguay; hubo grandes promesas por parte de los hacendados vecinales de que orde�ar�an y entregar�an leche, pero nunca fueron cumplidas. Al a�o levantamos la f�brica sin haber llegado a trabajar. En esos tiempos la provincia de Santa Fe a�n estaba muy atrasada con respecto a la producci�n lechera; hab�a �nicamente tambos en los alrededores de Rosario, la mayor�a para surtir de leche a la ciudad. Hab�a unas cuantas f�bricas de queso como la de Carcara�a, que bajo la competente direcci�n del se�or Tapper fabricaban el famoso queso de� mismo nombre, que dif�cilmente se ha podido superar. En el a�o 1898, en Quequ�n, tuve el gusto de conocer al gobernador de la provincia de Santa Fe, Dr. Iturraspe, fui invitado a visitar su provincia, prometi�ndome tanto el apoyo personal como el oficial para implantar all� la industria lechero; no dejo de sentir que esta invitaci�n no pudo ser aprovechado. Unos diez a�os m�s tarde tuvo sus comienzos en esa provincia la industria lechera por iniciaci�n del se�or Carlos M. Rivera Haedo, gerente de The River Plate Dairy Co. Ltd., que con clara inteligencia y previsi�n advirti� el gran futuro que tendr�a all� la explotaci�n del tambo, lo que despu�s de 30 a�os ha quedado bien demostrado. |
La primera Sociedad Cooperativo Lechera que se constituye en el pa�s fue la Uni�n Gandarense con su f�brica en estaci�n G�ndara, F.C.S. La primera f�brica en G�ndara fue instalada por el se�or E. A. Adde (1890).Era un competente industrial que ya hab�a tenido f�bricas en Suecia y actu� durante unos tres a�os. Cuando falleci� en su viaje a Europa, su f�brica fue adquirida por la Escandinavia Argentina, pero poco pudo disfrutar �sta �ltimo de la mismo; los tamberos encabezados por el inteligente vasco don Ferm�n Pe�a, formaron la Sociedad Cooperativa de G�ndara el a�o 1897, o sea la actual Sociedad An�nima Uni�n Gandarense.Gracias a sus inteligentes fundadores, fue un verdadero �xito, como as� tambi�n netamente cooperativa, lo cual no lograron otras que han usado este t�tulo. Los bajos precios por la leche en el a�o 1900 provocaron incierta agitaci�n en el �nimo de los tamberos, lo que influy� en favor de la propaganda cooperativo que para ese entonces comenz� a tomar intensidad; el precio de la leche era alrededor de los 21/2 centavos por �aro con 3% de grasa. Las f�bricas no pod�an mejorar los precios por las bajas cotizaciones que reg�an para la exportaci�n. Los tamberas que supon�an que los -compa��as obten�an grandes beneficios prestaron atenci�n y encabezados por tamberos de reconocido influencia, como los se�ores Francisco Gonz�lez, de Jeppener; Pedro Urrity, de Lezama; Dr. A. de Uribe, Pedro Hoursouripe, Mart�n Pagoniburu, el banquero vasco don Antonio lrazu y otros, tambi�n consiguieron Interesar al Dr. Enrique S. P�rez, due�o de varios tambos y cremer�as en estaci�n Adela, F.C.S., y fundaron la Uni�n Argentina Ltd.S.A. El primer gerente de esta Sociedad An�nima fue el se�or A. Roger, de origen franc�s, un gran entusiasmo por el sistema cooperativo; pero su permanencia fue corta y al dejar el puesto form�en uni�n con los Sres. Echetto y C�a. la f�brica "Molino del Oeste", que lleg� a tener bastante importancia. La Uni�n Argentina instal� su primera f�brica en la calle Bartolom� Mitre, pero se mud� a la calle Herrera 1312 al comprar en 1901 La Escandinavia Argentina, cuando fue perdiendo hasta cierto punto el car�cter cooperativo, pues la fuerte suma que cost� la adquisici�n ($ 350.000) hubo que reunirla permitiendo la entrada de capitalistas extra�os a la industria. Sin embargo, y gracias a su inteligente y en�rgico presidente, el Dr. Enrique S. P�rez, secundado por don Francisco Gonz�lez, muy apreciado entre los tamberos, consiguieron tener unidos y conformes a sus socios por muchos a�os desgraciadamente estos dos hombres faltaron despu�s y sobrevino lo inevitable por falta de uni�n, se redujo la producci�n y se hizo necesaria la disoluci�n de la sociedad. Es de mi opini�n que el sistema cooperativo depende de los hombres que dirigen con su apoyo directo; pero cuando se trata en mayor escala, casi siempre el control se hace dif�cil y da lugar, muchas veces, a la desuni�n que impide el buen desarrollo y la prosperidad. |
Abierto el mercado de Londres para la manteca Argentina; comenz� a ser m�s general el inter�s por la industria y afluyeron elementos y capitales nuevos. Un belga, se�or Schock, apoyado y capitalizado por los se�ores Lovell y Christmas, de Londres, que como todos los consignatarios de manteca de Tooley Street, con gran inter�s, por no decir sorpresa, hab�an visto la manteca argentina que recib�an los se�ores Ellis Kislingbury C�a. (R.A. MacCallum), comprendieron la importancia que pod�a tener en el futuro, apoyaron al se�or Schock y aportaron, seg�n creo, un capital de 10.000 libras en su empresa en Tandil. El se�or Schock instal� una linda y moderna f�brica (1898-1899), pero por su poca experiencia en el ramo y no conociendo el ganadero argentino, bas� su producci�n sobre leche prometida por estancieros de la zona, resultando que, una vez lista la f�brica, falt� la leche con que habla calculado y que no hab�a posibilidades de conseguir hasta formar tambos independientes de los estancieros. Agotado el capital no tuvo m�s que dejar su linda f�brica y perder su trabajo, para entregarla a sus capitalistas de Londres. Si mal no recuerdo, en el a�o 1899, al visitar Londres me fue sometida por mis directores una propuesta de los se�ores Lovell y Christmas para entrar a formar parte en La Escandinavia Argentina Ltd. con la f�brica de Tandil, de la cual hab�an tenido que hacerse cargo. Apoy� la idea, pero como no hab�a que esperar beneficios los primeros 2 o 3 a�os, o sea hasta conseguir levar tamberos para formar los tambos, desistieron de hacer la combinaci�n. Fue un mal paso para ellos, pues si lo hubieran tomado qui�n sabe si habr�a permitido que existiese a�n La Escandinavia Argentina en lugar de la actual The River Plate Dairy Co. Ltd., puesto que Tandil fue la cuna de esta �ltima, corno explicar� m�s adelante. Al rechazar La Escandinavia Argentina Ltd. la propuesta de asociarse con los se�ores Lovell y Christmas Ltd. por intermedio de su f�brica de Tandil, dio la casualidad que el inteligente y capacitado industrial australiano se�or Henry Reynolds se encontrase en Londres, y habiendo visto la manteca argentina y su buena calidad, se interes� por este pa�s. Estudiadas las condiciones tan especiales de sus pampas y de sus enormes cantidades de hacienda vacuna, decidi� establecerse aqu�; m�s cuando los se�ores Lovell y Christmas le ofrecieron la f�brica de Tandil. De este modo el fundador de la gran The River Piale Dairy Co. vino a este pa�s. |
A los se�ores Andr�s G. Elowson y Juan Wester con su F�brica La Delicia, en Florencio Varela, debe la industria lechera la iniciaci�n de la elaboraci�n de case�na en el pa�s. Al entrar el se�or Wester a formar parte de la firma, reemplaz� al se�or Lahore, empez� para esta firma una nueva era, el se�or Wester aport� nuevos capitales e ideas entre ellas la elaboraci�n de case�na, producto hasta entonces comercialmente desconocido, no solamente para nosotros, sino para todo el mundo. El padre del se�or Wester, m�dico en Suecia, le hab�a hablado de este producto que pod�a tener un porvenir al ser aplicado para las industrias y que ya era usado en peque�o escala en la fabricaci�n de f�sforos. El no sab�a c�mo, pero lo cierto es que la primera case�na que elaboraron los se�ores Elowson y Wester fue absorbido por una f�brica de f�sforos en Avellaneda. La primera case�na era muy diferente a la actual; m�s bien parec�a cuajada de leche desnatada; sin secar se embolsaba y transportaba desde Florencio Varela hasta Avellaneda, dos o tres veces por semana en peque�os cantidades; creo que el precio era de 30 centavos el kilo. La fabricaci�n y aplicaci�n industrial deber� haber empezado en los Estados Unidos de Norteam�rica al mismo tiempo. El a�o 1900 hicieron averiguaciones desde ese pa�s y tambi�n hubo inter�s para su compra en Europa. La firma Elowson y Wester se puso de inmediato en contacto con los norteamericanos y, enterados c�mo deseaban el producto, se pusieron en condiciones para la elaboraci�n en gran escala, formando la Compa��a Argentina de Derivados L�cteos, una sociedad an�nima de la cual formaron parte los siguientes se�ores: Andr�s G. Elowson, Juan Wester, Dr. Enrique S. P�rez, Antonio Iragu, A. Santamarina, Dr. A. de Uribe, y otros, y de, la cual fui director suplente del se�or Juan Wester durante varias ausencias a Europa. Esta sociedad realiz� un ventajoso contrato con una fuerte firma de Nueva York, comenzando as� a trabajar en gran escala, pero sobrevinieron dificultades al negarse los contratantes a seguir recibiendo la case�na, lo cual trajo un pleito que dur� muchos a�os. Fue ganado y la firma compradora tuvo que pagar fuertes indemnizaciones. Mientras tanto se hab�a disuelto la sociedad, haci�ndose cargo los Sres.Elowson y Wester de la mayor parte de las instalaciones, Europa ten�a ya mayor inter�s y pudieron continuar con �xito como �nicos fabricantes y exportadores durante varios a�os. La S.A. The River Plate Dairy Co. Ltd. fue fundado en 1901, como ya he dicho por el se�or Henry Reynolds y capitalistas los se�ores Runciman y C�a. y Lovell y Christmas, de Londres. Empez� en escala muy peque�a pero sin embargo entr� a competir con la Uni�n Argentina Ltd. cuando trataban la adquisici�n de La Escandinavia Argentina Ltd.; no hicieron mayores esfuerzos para lograr la compra, supongo porque a�n no se consideraban con conocimientos y experiencia suficientes para iniciarse en tal escala. El se�or Reynolds no conoc�a bien el pa�s, el idioma ni la gente con que ten�a que tratar: hubiera fracasado por estos motivos y lo comprendi� en seguida. Se busc� un colaborador, digamos, la fuerza ejecutiva de sus planes e ideas, y lo eligi� con gran acierto al asociar al joven Carlos M. Rivera Haedo que se hab�a iniciado en la firma Runciman y C�a. En colaboraci�n con el viejo industrial, el joven Rivera Haedo (que tendr�a unos 25 a�os) en ese entonces), con su clara inteligencia se dio cuenta de lo mucho que se pod�a hacer por el porvenir de la industria y la riqueza que en ella hab�a, sus iniciativas encontraron terreno propicio, supo atraerse, con una de sus principales aptitudes la simpat�a y confianza de los tamberos que le tuvieron desde un principio una confianza ciega, todo lo cual facilit� la compra de leche y el r�pido desarrollo de la compa��a. A los 5 a�os ya igualaba en producci�n a la Uni�n Argentina Ltd., ten�a su bien instalada f�brica central, 'Progreso', calle Pedro Echag�e 1443 y un buen n�mero de cremer�as bien ubicadas. Luego se instal� su segunda central "Victoria" en Rosario y sigui� extendi�ndose en la provincia de Santa Fe. Luego los colonos propietarios de la zona de Rafaela (Santo Fe) fueron visitados e interesados por el se�or Rivera Haedo con su deseo de iniciarlos en la industria lechera en la explotaci�n mixta de sus campos. Mucho trabajo le cost�, pero tuvo �xito completo y los que siguieron este ejemplo bien pronto iban demostrando los resultados, extendi�ndose r�pidamente su propaganda positiva. La crema as� obtenido de leche entregada a las peque�as cremer�as econ�micas, muy pronto aument� la producci�n de manteca de la f�brica "Victoria' de Rosario, lo que hizo necesario una f�brica en Rafaela y la cual lleva el nombre del origen de su producci�n "Las Colonias".Esta f�brica es indudablemente la m�s linda del pa�s. La compa��a sigui� extendiendo sus actividades a la provincia de Entre R�os, con otra f�brica de manteca en Basavilbaso denominado "La Central".Esta f�brica fue basado, en primer lugar, sobre crema de cremer�as que, seg�n ya he mencionado, fueron instaladas en las colonias de la Jewish Colonization Association, pero Entre R�os tiene a�n mucho que ofrecer de su riqueza y lo har� probablemente cuando sus colonos dediquen en mayor escala sus campos a la explotaci�n mixta como en la provincia de Santa Fe. Despu�s de mencionar las actuales grandes empresas de capital ingl�s, que puede calcularse en algunos millones de libras esterlinas y que en su principio fueron las 30.000 libras que en 1896 consiguiera para La Escandinavia Argentina, no deja de ser una satisfacci�n el inter�s que Tooley Street ha demostrado, confirmando el optimismo que todos los pioneros tuvi�ramos en el futuro de la industria lechera y en este gran pa�s. Muchos otros hechos y muchos otras f�bricas han sido instaladas los �ltimos 30 a�os. No entrar� a hacer su historia, en primer lugar por no conocer bien su evoluci�n, en segundo, porque no pertenecen a la �poca de los pioneros y, por �ltimo, por haberme alejado hasta cierto punto de la verdadera industria, desde que se vendi� la Compa��a La Escandinavia Argentina Lid. He tenido varias cremer�as y tambos, tambi�n he intervenido en el a�o 1905 en la instalaci�n de una f�brica de manteca en Concordia, pero no torn� parte en su explotaci�n. Debo agregar que hasta cierto punto puedo ser contado entre los pioneros de la industria lechera del vecino pa�s, la Rep�blica del Uruguay. En el a�o 1903 fui invitado por el Dr. E. Fr�as, ex embajador uruguayo en la Argentina, y el Sr. Alejandro Hume a Montevideo y junto con los se�ores Dr. Remigio Castellano, Alberto Roux, Augusto Nery, F�lix Revello y otros, se form� la Compa��a Uni�n Uruguayo Ltda. Se trataron grandes proyectos sobre la instalaci�n de una gran f�brica central en la zona del puerto, pero todo se redujo a una peque�a f�brica en los suburbios de la ciudad. Me retir� al poco tiempo en vista de los pocas probabilidades de una mayor producci�n y la mencionado f�brica trabaj� unos cuantos a�os para luego liquidarse. Al desarrollar esta memorias no he pretendido hacer la historia de la industria lechera y sin duda habr� omitido hechos importantes y a muchos personas a las que seguramente les corresponde tambi�n ser colocadas en los primeros puestos, asimismo a los peque�os fabricantes que fueron inici�ndose y aportaron su esfuerzo por el engrandecimiento de la industria lechera. |
L�cteos - Direcci�n de Industria Alimentaria - S.A.G.P. y A. |