BSE: LA CLAVE ES PREVENIR

Deliberó durante tres días en la sede de la Fundación ArgenINTA la Comisión Científica Consultora que formó la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación para examinar las medidas de control que se aplican en el país respecto de las encefalopatías espongiformes transmisibles. La más célebre de estas enfermedades es la Encefalopatía Espongiforme Bovina (BSE), que el año pasado ocupó las primeras planas del mundo debido al terror desatado por el "mal de la vaca loca" y por su equivalente que afecta a los humanos, el mal de Creutzfeld Jakob.

Participaron de la reunión especialistas de Gran Bretaña, Estados Unidos y Suiza junto a profesionales, investigadores y técnicos del INTA, del SENASA, funcionarios de la SAGPyA y representantes de la industria. El Comité concluyó que para todo fin práctico la Argentina puede ser considerada libre de BSE, y recomendó algunas medidas adicionales para mejorar la protección y minimizar riesgos eventuales de su aparición.

El mayor peligro para el país con respecto al ingreso de este tipo de enfermedad es la importación de animales infectados, particularmente de bovinos, ovinos y caprinos, pero esto no excluye otros animales naturalmente susceptibles a las encefalopatías espongiformes, como otros bóvidos, y los cérvidos, los félidos y los mustélidos.

Otro riesgo es la importación de proteína animal o de productos que la contengan, particularmente aquéllos cuya materia prima proviene de las familias mencionadas, y en especial si sus ingredientes incluyen tejido del sistema nervioso central o linforeticular. En la práctica, este riesgo reside en el suministro de harina de carne y hueso infectada, pero Argentina no ha realizado importación alguna de estas harinas desde 1980, y prohibió en 1995 el uso de alimento animal fabricado con material proveniente de rumiantes.

La Comisión consideró necesario realizar una evaluación de riesgo siguiendo las recomendaciones de la OIE para todos los productos de origen bovino que se importen, incluyendo germoplasma, y considerar:

1.-La habilitación de plantas de fabricación de harina de carne y hueso para alimento animal que utilicen métodos de procesamiento que experimentalmente hayan demostrado su efectividad en reducir este tipo de infecciones.

2.-La implementación y utilización de un método confiable para detectar proteínas de rumiantes en los alimentos para rumiantes, y la publicación de los resultados.

La Argentina no necesita luchar contra el mal de la vaca loca por la sencilla razón de que no lo tiene, pero sí debe vigilar atentamente para prevenir su introducción.


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