Dirección Nacional de Alimentos....



Ing. Juan Manuel Alderete - Dirección de Promoción de la Calidad

 

Aunque tanto su definición como el marco normativo vigente para los alimentos funcionales admite variantes según los criterios y los países, estos productos son una realidad comercial creciente. Se estima que su mercado representa hoy US$ 20.000 millones, pero algunos prevén que en una década se comercializarán por valores cercanos a los US$ 100.000 millones. Características de una tendencia que se va consolidando.

Aunque la definición de “alimentos funcionales” todavía no cuenta con un consenso total entre los especialistas, ni es plenamente coincidente en los distintos marcos normativos, en general se considera que un alimento es funcional o producto de diseño cuando pruebas científicas avalan que su consumo frecuente previene o resuelve determinados problemas de salud.

La idea -ampliamente aceptada- de que una alimentación saludable es parte fundamental en la prevención de muchas enfermedades, incentiva las demandas de los consumidores por alimentos más “sanos”, por lo que la industria desarrolla constantemente nuevos productos con características que exceden lo puramente nutritivo y los relacionan directamente con la salud humana. Son ejemplo de estos desarrollos la creciente oferta de productos fortificados o enriquecidos, así como la de alimentos libres de algún componente considerado nocivo (alérgenos, grasa, etc.).

Los productos de diseño más difundidos basan su funcionalidad en los siguientes componentes:

  • Los fitoquímicos. Esta categoría incluye una amplia gama de sustancias de origen vegetal tales como los polifenoles, los carotenoides, los flavonoides, las atocianinas y los taninos. Actualmente se sabe que algunas de esas sustancias facilitan la eliminación y la desintoxicación de cancerígenos presentes en el organismo, modulando la acción de ciertas enzimas.
  • Los fitoestrógenos. Son moléculas de origen vegetal con una estructura química similar a los estrógenos. Se les atribuyen acciones favorables para órganos como las mamas y la próstata, para el tejido óseo, y cualidades que mejoran la sintomatología asociada a la menopausia y tienen efectos positivos en el sistema cardiovascular. Los fitoestrógenos más estudiados son las isoflavonas y los lignanos. La principal fuente de isoflavonas son la soja y sus derivados, y en menor proporción, lentejas y arvejas. Los lignanos se encuentran fundamentalmente en las semillas de lino, y en cantidad más exigua en los cereales integrales, leguminosas y vegetales.
  • La fibra dietética corresponde a aquellas sustancias de origen vegetal no digeridas por las enzimas humanas y que son parcialmente fermentadas por bacterias en el colon. Estos compuestos de clasifican en fibras solubles e insolubles. Las insolubles como la celulosa y las hemicelulosas, estimulan un mayor tiempo de masticado, aumentan la excreción de ácidos biliares y poseen propiedades hipocolesteromiantes, a la vez que estimulan la motilidad intestinal. Las fibras solubles tienen como característica principal su capacidad para atraer agua y formar geles. Desaceleran el proceso digestivo y la absorción de hidratos de carbono y, como propiedad adicional, brindan sensación de saciedad. También se les atribuyen propiedades hipocolesteromiantes, porque reducen los niveles de triglicéridos, los de colesterol, y también la insulinemia postprandial.
    Las fibras solubles e insolubles se encuentran en cantidades variables en los alimentos pero en términos generales la insoluble predomina en los cereales enteros, y la soluble en frutas, vegetales y tubérculos.
  • Los ácidos grasos poliinsaturados tipo omega 3, presentes principalmente en aceites de pescado azul, juegan un papel importante como agentes antiinflamatorios y protectores a nivel cardiovascular. Su actividad antiinflamatoria, anticoagulante, vasolidatadora y antiagregante les confiere importancia en la prevención de la hipercolesterolemia.
  • El ácido oleico (omega 9) presente en el aceite de oliva, es el más importante de los ácidos grasos monoinsaturados. Favorece la reducción de triglicéridos y del colesterol total, y es una de las pocas sustancias conocidas con capacidad de inducir la elevación del HDL (lipoproteína de alta densidad).
  • Los probióticos son los alimentos fermentados por bífidobacterias y lactobacilos. Las bacterias probióticas modifican favorablemente el balance de la microflora intestinal, inhiben el crecimiento de bacterias nocivas, favorecen la digestión, potencian la función inmunológica y aumentan la resistencia a las infecciones. Se hallan ampliamente ofertados, fundamentalmente en productos lácteos (yogures, leches cultivadas, etc.).
  • Actualmente está en boga el desarrollo de productos que promuevan el crecimiento de las bacterias probióticas, a los que se llama prebióticos, y también la combinación -en un mismo alimento-, de prebióticos y probióticos, que dan lugar a los denominados productos simbióticos. Entre los alimentos con efecto prebiótico se encuentran el ajo, la cebolla y el alcaucil.

Los nutracéuticos

Es común que se utilice la denominación nutracéutico como sinónimo de alimento funcional. Sin embargo, la concepción más difundida de un producto nutracéutico lo define como una sustancia de origen natural, que puede aislarse desde un alimento y que tiene un efecto determinado y positivo sobre la salud humana. En otras palabras, se trata del componente que le otorga funcionalidad al alimento.

Los productos nutracéuticos se presentan generalmente en cápsulas y como polvos. En el mercado se ofrecen como nutracéuticos sustancias que poseen una propiedad funcional comprobada, pero cuyo consumo dentro de la dieta normal no alcanzaría los niveles que permiten constatar sus efectos.

Mercados

Se estima que el mercado mundial para los alimentos funcionales ronda los US$ 20.000 millones, de los que corresponde el 52% a los EEUU y el 29% a Japón. Algunos especialistas prevén que en una década estos productos se comercializarán por valores cercanos a los US$ 100.000 millones, dentro de los cuales la participación de la UE alcanzaría un 30%.

Las previsiones optimistas presumen la consolidación de los siguientes factores:

  • Consumidores que reconocen en forma creciente la relación existente entre la dieta y la salud.
  • El envejecimiento de la población de los países centrales, que conlleva un aumento proporcional de personas preocupadas por el cuidado de su salud.
  • El incremento de los costos relacionados con la atención médica y los tratamientos de enfermedades, que fomentan la prevención de enfermedades.
  • Los avances logrados en tecnología alimentaria y en las investigaciones sobre nutrición.

En cuanto a los países que han visto desarrollarse el consumo de alimentos de diseño, son para destacar:

  • Japón, que mantiene una tendencia creciente en el consumo de alimentos funcionales desde la década de 1970.
  • Canadá y Estados Unidos, donde el 40% de la población los adquiere habitualmente.
  • La Unión Europea, que ya en 2002 contabilizaba más de 100 alimentos funcionales registrados en nueve países europeos, y cuya facturación anual superaría los US$ 1270 millones. Las principales propiedades apreciadas por el consumidor europeo se relacionan con efectos benéficos sobre las funciones intestinales, el control del colesterol y la estimulación del sistema inmunológico.
  • Brasil, que si bien tiene un desarrollo menor a los anteriores, reviste gran importancia por su impacto sobre la economía del MERCOSUR. El mercado brasileño de alimentos funcionales comprende cinco segmentos: bebidas, productos lácteos, productos de confitería, panificados y cereales para el desayuno.

Marco normativo

El primer país en legislar sobre alimentos funcionales fue Japón, que denomina FOSHU (Foods for Specified Health Use), a estos productos, definiéndolos como "alimentos procesados que contienen ingredientes que ayudan a funciones corporales específicas, además de ser nutritivos". Las normas vigentes reconocen doce tipos de componentes favorecedores de la salud, entre los que se cuentan la fibra dietética, los oligosacáridos, las vitaminas y bacterias lácticas, los minerales y los ácidos grasos poli-insaturados. Es el único país que cuenta con una legislación específica para la comercialización y rotulado de este tipo de alimentos.

La UE, por su parte, consensuó hacia 1999 que los alimentos funcionales no deben ser considerados un “grupo de productos” sino satisfacer un “concepto”. Los acuerdos logrados señalan que un alimento puede ser categorizado como “funcional” si se ha demostrado que su ingesta, más allá de la función tradicional de los nutrientes que contiene, influye de modo satisfactorio en una o más funciones del cuerpo, mejora el estado de salud o de bienestar, y/o reduce el riesgo de enfermedades. Su consumo queda comprendido dentro de una pauta normal de alimentación, y no en el suministro como tabletas, cápsulas u otras formas de suplementos dietarios.

Respecto de los efectos benéficos sobre la salud, establece que pueden no ser necesariamente iguales en todos los individuos. De una manera práctica, los alimentos funcionales pueden ser:

  • Alimentos naturales con uno de sus componentes realzado a través de condiciones especiales de cultivo.
  • Alimentos con componentes añadidos para proveer beneficios específicos.
  • Alimentos en los que se ha removido algún componente considerado adverso para la salud.
  • Alimentos en los que uno o más de sus componentes han sido químicamente modificados, en función de su impacto sobre la salud humana.
  • Alimentos con la biodisponibilidad de uno o más de sus componentes aumentada, a fin de mejorar la absorción de los mismos.
  • Cualquier combinación de las posibilidades antes mencionadas.

Las regulaciones de la U.E no autorizan la utilización de reivindicaciones (claims) funcionales o sanitarias en los alimentos.

En EEUU, los alimentos funcionales no están legalmente definidos. Hasta la fecha, las Leyes de Etiquetado y Educación Nutricional, y la de Suplementos Dietarios, Salud y Educación, constituyen el marco para el tratamiento particular de cada caso.

La FDA aprueba los productos alimenticios en función de su uso y de la información sobre salud que se encuentra en el rótulo del envase. En las etiquetas de los alimentos y de los suplementos dietéticos está permitido incluir dos tipos de declaraciones:

  • Información sobre estructura y función, que describe los efectos en el funcionamiento normal del cuerpo.
  • Información sobre reducción de los riesgos de enfermedades que impliquen una relación entre los componentes de la dieta y un trastorno de la salud, siempre y cuando haya sido permitida por la FDA y se halle respaldada por un cúmulo importante de pruebas científicas.

Brasil cuenta desde 2002 con un “Reglamento Técnico de Sustancias Bioactivas y Prebióticos aislados que hagan referencia a propiedades funcionales y relacionadas con la salud”. Esta norma establece los procedimientos necesarios para asegurar la inocuidad de los productos, realizar su registros y regular su comercialización.

Argentina, por su parte, avanza sobre la normalización de los alimentos funcionales y los nutracéuticos en el marco de la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL). Allí se ha conformado un Grupo de Trabajo Técnico para Probióticos y Prebióticos que trabaja para evaluar la definición y los parámetros de estos productos. Participan en él representantes de la SAGPyA, la Universidad de Buenos Aires, el Centro de Industria Lechera y la Cámara de Fabricantes de Alimentos Dietéticos y Afines (CAFADyA), entre otros. El grupo ha establecido normas para su funcionamiento y ha comenzado a trabajar en la definición para los probióticos, sobre la base de la normativa internacional.

Fuentes consultadas

Área Normativas de la Dirección Nacional de Alimentos, SAGPyA - Embajada Argentina en Japón - Cátedra de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, Universidad Nacional de Lanús.- Servicio Nacional del Consumidor, República de Chile - Food and Drugs Administration, EE.UU. – Oficina de la U E.

 


 

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