Dirección Nacional de
Alimentos - Dirección de Industria
Alimentaria
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La gestión del riesgo en el sector agroindustrial |
Santiago Paz
Coordinador General de la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA)-SAGPyA |
Las restricciones y adversidades climáticas, técnico-productivas y de mercado que enfrenta el sector agropecuario durante el proceso de producción y comercialización, generan un alto grado de incertidumbre sobre el resultado final de la actividad, lo cual conlleva un elevado nivel de riesgo asociado a las explotaciones agropecuarias. Dada la gran diversidad de climas y suelos que presenta nuestro país, prácticamente no existe región donde el productor agropecuario esté libre del riesgo de sufrir pérdidas debido a factores climáticos, ya sea por sequías, heladas, granizo, exceso de agua o inundaciones, entre otras adversidades. Asimismo, los precios que enfrentará el productor al momento de poner su producción en el mercado son inciertos y altamente volátiles, tratándose de commodities. Por ende, dependiendo de la magnitud en que se muevan los mismos, el productor podrá obtener resultados buenos, aceptables o malos. En este contexto, resulta posible pensar diferentes estrategias para reducir el nivel de riesgo presente en las actividades agropecuarias. Puntualmente, existen tres aspectos esenciales, que deben ser considerados para lograr un adecuado manejo de dicho riesgo: la diversificación, las opciones de comercialización y el seguro agropecuario. Todas estas alternativas de reducción del riesgo son complementarias, y deben ser contempladas en etapas diferentes del proceso de toma de decisiones a efectos de avanzar en un "manejo integrado del riesgo agropecuario". La diversificación, es una de las formas de reducir el riesgo, y consiste en distribuir la inversión en distintas actividades agropecuarias -o en distintas zonas, si se trata de una misma producción-, de manera tal de evitar la concentración en una única producción que condicione los resultados económicos al desempeño de la misma. De esta forma, al diversificar el riesgo entre varias actividades, la evolución negativa de una de ellas pueda verse compensada por la evolución positiva de otras, obteniendo en promedio un nivel de riesgo más acotado. Ese es el criterio resumido en el viejo dicho que aconseja "no poner todos los huevos en la misma canasta". Las opciones de comercialización deben también ser tomadas en cuenta como alternativa pues ayudan al productor a reducir el impacto de la variabilidad de los precios de los productos agropecuarios, estabilizando sus ingresos. Entre estas alternativas cabe mencionar los warrants o cédulas de producto y las operaciones en los mercados de futuros y opciones. Finalmente, los seguros constituyen una de las herramientas más utilizadas para la gestión del riesgo agroclimático. La principal función de los seguros consiste -en un nivel de análisis microeconómico- en eliminar los posibles retornos negativos, mediante la cobertura de ciertos riesgos, y así generar una mayor estabilidad en los ingresos esperados. El manejo integrado del riesgo ¿Por qué es necesario implementar una estrategia de gestión de riesgos en las actividades agropecuarias? Un productor que no adopte una estrategia de reducción del riesgo a comienzos de la campaña de producción, sufrirá -ante la ocurrencia de un siniestro o una caída de los precios- una reducción o una pérdida total de su producción y/o sus ingresos sin que pueda beneficiarse de ninguna compensación monetaria. En tal caso, para que ese productor pueda continuar en el ciclo de producción debe recurrir al endeudamiento para recomponer su capacidad productiva y reiniciar el ciclo en la siguiente campaña. Si no se adopta una estrategia de gestión de riesgo adecuada, esta situación se repite hasta un momento dado en que, o bien por la reiteración de fenómenos un año tras otro, o bien por la propia intensidad del fenómeno, su capacidad de endeudamiento es tal que no le permite endeudarse más, y por lo tanto se ve obligado a abandonar la actividad. En contraste, un productor que toma coberturas de riesgo (contrata un seguro, compra un put en el mercado a término, etc.) al inicio de la campaña, llegado el siniestro sufrirá un impacto negativo en sus ingresos, pero la indemnización prevista en la póliza o el contrato amortiguará sus pérdidas. En consecuencia, no se verá obligado a incrementar de manera sustancial su endeudamiento, podrá reconstruir con mayor facilidad su capacidad productiva y reiniciar en la siguiente campaña el ciclo de producción. La importancia fundamental de las estrategias de gestión de riesgo en el sector agropecuario radica, entonces, en la capacidad que otorga al productor de mantenerse en la actividad agropecuaria, no viéndose forzado a interrumpir su ciclo de producción. Impacto de la gestión de riesgo en la cadena productiva Ahora bien, la contratación de una herramienta de cobertura de riesgo puede ser pensada a priori como una acción que beneficia exclusivamente al productor agropecuario en forma individual. No obstante ello, existe una serie de beneficios sectoriales y sociales que exceden a las ventajas directas percibidas en primera instancia por el productor. En primer lugar, cabe tener presente que la ausencia de una estrategia de cobertura ante los riesgos que afectan a las explotaciones agropecuarias puede perjudicar seriamente la capacidad de pago de los productores, conduciéndolos a un incumplimiento de las obligaciones financieras. En consecuencia, las tasas de interés que enfrentan los productores agropecuarios tienden a ser superiores en comparación con el resto de los sectores, habida cuenta del mayor riesgo de incumplimiento de las carteras del agro. Más aún, las instituciones de crédito -tanto formales como informales- son, por lo general, reticentes a otorgar préstamos al sector agropecuario, en virtud de su mayor propensión al default. Asimismo, esta falta de crédito en condiciones accesibles genera una seria limitante a la expansión y modernización de las inversiones del sector agropecuario. En cambio, el incremento de la solvencia financiera del productor, derivado de un mínimo nivel de ingreso estable que le brinda la adopción de una estrategia de gestión de riesgo, permite ofrecer mayores certezas respecto del cumplimiento de sus compromisos financieros. Esta mayor certidumbre actúa como incentivo para el otorgamiento de créditos y propicia la inversión en el sector, la innovación tecnológica y la expansión de la frontera agropecuaria. En segundo lugar, la adopción de herramientas de cobertura permite una mayor estabilidad en los ingresos del conjunto de los productores, otorgando de esta forma una mayor previsibilidad al sector agropecuario en su conjunto. Este factor resulta decisivo para el desarrollo de las actividades industriales que se relacionan en forma directa con la producción agropecuaria, en particular la industria alimentaria. En efecto, si bien las indemnizaciones recibidas por un productor ante un fenómeno adverso no son socializadas "hacia delante" en la cadena productiva, no deja de ser cierto que la industria percibe beneficios indirectos derivados de la adopción de esquemas de coberturas. De este modo, un productor que no se ve obligado a abandonar la actividad, y que cuenta con liquidez para retomar la producción luego de un impacto negativo (contingencia climática, caída de precios), representa para la industria de transformación la posibilidad de contar con una oferta de insumos estable en el tiempo. Por lo demás, resulta más que evidente que cualquier estrategia de desarrollo de mercados de exportación depende en buena medida de una oferta de productos sostenida y estable en términos cuantitativos y cualitativos. Por último, la estabilidad y previsibilidad del sector agropecuario, a consecuencia de una gestión adecuada del riesgo, es un factor determinante en el marco de una economía que -como la nuestra- depende en buena parte de la actividad agroindustrial, tanto en términos de generación de divisas, como de creación de empleo. En este último sentido, cabe considerar la estabilidad social en las zonas rurales. Luego de la ocurrencia de adversidades climáticas o de abruptas caídas en los precios agropecuarios, todas las actividades conexas a la producción agropecuaria que se desarrollan en las áreas rurales se ven asimismo afectadas por los menores ingresos, generándose un desequilibrio en la economía rural. Por ello, la gestión de riesgo (desde los seguros hasta las estrategias de diversificación) contribuye a la permanencia de la población en el medio rural, evitando el desplazamiento hacia las zonas urbanas a consecuencia de la imposibilidad de reiniciar sus actividades productivas.. Para concluir, resulta clave expresar que creemos que el manejo integrado del riesgo agropecuario es una herramienta fundamental para el desarrollo del sector agroindustrial. En este sentido, es necesario orientar los esfuerzos y recursos en función de una política preventiva de gestión de los riesgos, con el objetivo de brindar a nuestros productores la cooperación y ayuda necesaria para su desarrollo y consolidación como empresarios del sector.
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