Indicaciones Geográficas

Los puntos clave

Por Dr. Héctor Niubó

Las indicaciones geográficas y las denominaciones de origen identifican ciertos productos como originarios de determinadas regiones geográficas. Normalmente este rasgo distintivo de los productos está asociado a una calidad determinada y a una forma de elaboración-producción estrechamente vinculada al medio geográfico.
Esta característica tan especial que las representa es factible de ser protegida legalmente de usurpaciones, de ahí que las Indicaciones Geográficas sean parte de una categoría de la propiedad industrial denominada “Signos Distintivos”, entendiendo a estos como todos aquellos que se utilizan en la industria o en el comercio para diferenciar manifestaciones o actividades homólogas de los demás, las propias actividades, servicios, productos o establecimientos. El signo distintivo actúa como un instrumento de comunicación entre el oferente y el consumidor, de forma que este último pueda identificar y distinguir el producto ofertado de otros semejantes.
La esencia de la diferenciación y valorización de un producto mediante una Indicación Geográfica, es proteger y comunicar la presencia de una determinada calidad vinculada al origen geográfico, aquello que lo hace “distinto” a similares de su tipo. Por ende, su reconocimiento debe focalizarse en la presencia de una calidad determinada y el vínculo producto - territorio que la confiere.
En la puesta en marcha de un proceso para el reconocimiento de una Indicación Geográfica son varios los puntos que deben tenerse en cuenta para que el esfuerzo de los productores no se vea menoscabado. Entre ellos pueden mencionarse los siguientes:
• Un eficaz diagnóstico inicial, que proporcione con claridad la idea de que la Indicación Geográfica es la herramienta más apropiada para diferenciar y valorizar el producto.

• Un grupo promotor sólido, con capacidad para la acción colectiva, cuyas motivaciones sean comunes, que tienda al trabajo mancomunado para reunir los requisitos necesarios que posibilitan acceder a la protección brindada por el sistema de Indicaciones Geográficas.

• Contar con los recursos necesarios, para la realización de los estudios que acrediten determinada calidad, vínculo con su origen geográfico, conforme a los requisitos exigidos por la ley para su reconocimiento.

• Interacción del grupo promotor con las autoridades locales (Municipio – Provincia) para obtener el apoyo necesario en el proceso.

• Relacionar la calidad determinada de un producto con el grupo humano y el territorio que lo produce, de donde emerge el concepto de tipicidad que puede ser definida como “la conjugación de múltiples propiedades: la de pertenecer a un tipo basado sobre saberes y la propiedad de ser distinguido de productos similares” (…) “Esas propiedades de pertenencia y de distinción son descriptas por un conjunto de características de naturaleza diversa (técnicas, sociales, culturales, (…) identificadas y revisadas por un grupo humano de referencia”. Y además, “reposan sobre saberes distribuidos entre numerosos actores, incluyendo los productores de materias primas, los transformadores, los autores de la reglamentación, los consumidores-conocedores”. (Casabianca - 2006).

• Consensuar el “nombre” o designación de la Indicación Geográfica. Este es un elemento clave, y requiere una evaluación cuidadosa. Debe guardar correspondencia con una región, área definida o comarca en la que se exprese la relación producto-territorio. Generalmente, frente a un producto con una calidad determinada vinculada al territorio, hay un nombre que lo ha hecho “conocido”, sobre el cual se ha generado una reputación y que es usado por los actores locales. Casi siempre son nombres geográficos asociados directamente con el tipo de producto (“Salame de Tandil” – “Chivito Criollo del Norte Neuquino”).

• La reputación del producto. En el caso de productos que tengan renombre en el mercado, los estudios deben demostrar su reputación basados en criterios técnicos. Se trata de una reputación construida sobre la base de una calidad determinada, asociada al territorio de origen. No ha nacido de una estrategia comunicacional puntual, sino que es el resultado de la presencia histórica del producto en el mercado.

• La delimitación de la zona geográfica. La zona de producción es aquella en la cual el producto a diferenciar presenta una determinada calidad. Sin embargo, los límites frecuentemente son poco claros y suelen estar sujetos a controversias. Esto se debe a que la calidad resulta de la interacción compleja entre el medio natural y el factor humano. La delimitación de la zona de producción, es propuesta en función de criterios acordados al interior del grupo promotor. En la delimitación se toman en cuenta aspectos tales como los métodos de producción e involucramiento de los recursos físicos/naturales que intervienen en la producción-elaboración del producto.

• Historia/Tradición. Resulta absolutamente necesario detallar los antecedente históricos del producto y su sistema de producción-elaboración, toda vez que ellos son la fuente de donde surge el anclaje con el territorio y los métodos productivos, que luego darán lugar a una reputación determinada, a la delimitación de la zona, etc.

El resultado principal de todo este proceso de actividad colectiva y local, se traduce en la conformación de acuerdos para la confección del pliego de condiciones, protocolo o código de prácticas para la elaboración y comercialización del producto que se busca proteger.

Este código de prácticas, constituye el elemento central de la documentación que se presenta en el proceso administrativo para solicitar el reconocimiento del tipo Indicación Geográfica o Denominación de Origen. Este documento recoge la definición colectiva en la que se define al producto con calidad vinculada al origen geográfico y el cómo se lo obtiene (qué producto y cómo se hace).

Estos acuerdos no son definitivos. Se entienden como una interpretación actual de las prácticas y del producto, que pueden ir variando conforme a su proyección en el tiempo, de modo que es posible redefinir los procesos de producción y la definición del producto con calidad en virtud de los cambios territoriales, sociales y tecnológicos, siempre que los mismos no afecten a sus características esenciales.

Es importante destacar también, los motivos sobre los cuales pueden apoyarse los actores implicados en el proceso de reconocimiento de una Indicación Geográfica. Según los distintos puntos de vista, las Indicaciones Geográficas pueden ser utilizadas:

1. Como “sellos de calidad”. Las Indicaciones Geográficas son concebidas como herramientas de diferenciación de productos agroalimentarios en el mercado. En este caso los objetivos y acciones se orientan prioritariamente a la búsqueda de sobreprecios mediante el abastecimiento de nichos de mercado con altas cotizaciones, o de cotizaciones relativamente altas y estables. Se busca también preservar o ganar porciones de mercado, o la exploración de nuevos nichos de mercado tanto nacionales como internacionales. En ciertos casos se dedica parte del esfuerzo a una mayor adecuación del producto a las expectativas de los usuarios, siempre y cuando no se vea afectada la calidad específica del producto. Desde el productor, los objetivos se asocian a la búsqueda de una mayor apropiación de la plusvalía que genera la diferenciación. En este caso, son los actores de la cadena que actúan usando la Indicación Geográfica como herramienta en su estrategia de mercado.

2. Como herramientas para contribuir al desarrollo sustentable, preservando el patrimonio “el sistema de Indicaciones Geográficas… debe contribuir en tres componentes del mismo. En lo que concierne a la eficacia económica, se trata por ejemplo de la diferenciación del bien reconocido por los consumidores (desarrollado en el punto “1”); sobre el aspecto medioambiental, el sistema IG debería contribuir por ejemplo, a la preservación de la biodiversidad y a la disminución de la contaminación de las aguas…; en el plano de la equidad social, el sistema de IG debe, entre otros, contribuir al desarrollo rural, local y territorial y constituirse en un proceso participativo” (Isla A., Wallet F., 2010).

El reconocimiento una Indicación Geográfica implica preservar parte del patrimonio (incluyendo la imagen del sistema, del paisaje, del bienestar social etc.), y está implícita la obligación por parte de los solicitantes de promover un sistema sustentable que no dañe su entorno, que valorice tanto el producto como el territorio.

De conformidad con las políticas implementadas por la Subsecretaria de Agregado de Valor y Nuevas Tecnologías de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, la valorización de productos locales como herramientas para promover el desarrollo territorial sustentable, forma parte de los objetivos de la Dirección de Agroalimentos, que promueven el “agregado de valor en el territorio” y el “desarrollo sustentable con inclusión social”.

Fuentes consultadas

• Uniendo Personas, Territorios y Productos. Guía para fomentar la calidad vinculada al origen y las indicaciones geográficas sostenibles. Edición FAO, Roma, Italia.
• Orientaciones para la evaluación de solicitudes de registro Indicación Geográfica Denominación de Origen. Edición FAO, Roma, Italia.

Proceso del trámite de registro
1. Completar la solicitud de diagnóstico de la DO / IG.

2. Las oficinas de registro (OR) evalúan la potencialidad de la DO / IG
Guía para la confección
del formulario de registro

3. Presentar la solicitud de registro de la DO / IG.

4. La OR corrobora el cumplimiento de los requisitos jurídicos y técnicos, realiza la verificación ante el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) y somete a consulta pública.

5. Se lleva a cabo una auditoría en la región.

6. En caso de cumplir con todos los requisitos mencionados, el expediente es evaluado por la Comisión Asesora.

7. Si es aprobado, se confecciona la correspondiente resolución aprobada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP).

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